martes, 3 de junio de 2008

AMAPA, NAYARIT.


Maestro Mario Aguilera Dorantes.


1966-1968. En el cometido de la función magisterial se presentan circunstancias determinadas por el ambiente en que se ha de desempeñar la docencia o la administración, este ejercicio educativo asume diversas maneras de aceptación o de recusación entre los actores que en él intervienen, por ello, un directivo puede ser un triunfador o un derrotado en una institución educativa, de acuerdo a como lo juzguen padres de familia, alumnado, compañeros docentes y autoridades. En la etapa que evoco, el éxito trascendente venía acompañado del aplauso de todos y el fracaso se derivaba de la protesta de padres de familia respaldados por parte del personal que no armonizaban con el desafortunado director. Por lo anterior, hay padres de familia buenos o malos, escuelas benignas o infames, comunidades que gratifican o que castigan, por lo que puede decirse, que como se den los logros un directivo puede ser Napoleón o Wellintong. Con condiciones sociales mejores que en las comunidades donde había trabajado y una organización en la que el educador dependía totalmente de la influencia de los padres de familia, la comunidad de Amapa fue mí Waterloo como para el Emperador Francés y no quise obcecarme en “sacarme la espina” un periodo escolar posterior, porque reconociendo fallas en mi desempeño, opté por darle la oportunidad a mi compadre Rodrigo que entrara a mi rescate como director y yo aboné mis méritos como docente. Como profesor todas las opiniones me favorecen en todos los niveles de la enseñanza, pero como directivo, Amapa fue la experiencia que me habilitó para que nunca jamás (38 años) como Directivo viviera la amargura de la Batalla de Waterloo y vaya que tuve mis oportunidades, en primarias de nuevo Villa Juárez, en secundarias, Tecuala, Santiago Ixcuintla y Ciudad del Valle, en instituciones formadoras de docentes, la Escuela Normal Superior de Nayarit y la Unidad 181 de la Universidad Pedagógica Nacional y en labores de supervisión, la Jefatura de Enseñanza y la Inspección Escolar de Escuelas Secundarias.

Justicia a secas, recordar a Francisco Escobedo, campesino de Amapa y conocido en toda la región costeña, por ser de las personas que se les conocía por “ricos”, por trabajar sesenta hectáreas o más, tener dos tractores, camioneta propia, camión y algunas vaquitas para la leche de la familia y los quesos de los profesores. Su respeto se incrementaba por ser el juez auxiliar del pueblo y portar siempre una super 38 con cachas niqueladas, así mismo, fomentaba su popularidad el gusto de “jalar la tambora” cuando cosechaba, su esplendidez al compartir con los amigos y el procrear 15 hijos. Los profesores sabíamos aprovechar la generosidad de “Pancho Escobedo”, no había problema que no nos resolviera, pero decía “profes cabrones, pero primero búsquenle y si no encuentran, ya saben, yo los desatoro” y disponíamos de los bienes como propios. Los profesores le teníamos un gran cariño por la protección y otras atenciones que nos proporcionaba, con curiosidad en cierta ocasión le pregunté el porqué era “tan blandito” tratándose de la escuela, y me contestó con mucha firmeza: “se te hacen pocos 15 hijos que me educan y así, garantizo buen trato y que me cumplan”. Como él, en Amapa y en todas las comunidades había los mecenas ejidales de la educación, por eso, cuando alguno de sus hijos o nietos se nos acercaban a solicitar un servicio personal, anteponían como un “ábrete sésamo”: ¡me manda Pancho Escobedo!.

Amapa era una comunidad de privilegio, no solamente por su cercanía con la cabecera municipal, sino porque, en su escuela primaria “José María Morelos Y Pavón”, se ubicaban los profesores más ameritados de la Histórica 10ª. Zona Escolar, era un personal selecto por su cumplimiento y eficiencia, la exigencia comunal sobre las autoridades educativas era determinante para que así fuera. Influenciados por el Ensayo Piloto, la comunidad, los padres de familia y las autoridades, se encargaban de cumplir con las exigencias que el servicio educativo requería y que a ellos les correspondía. Los vecinos otorgaban muchos afectos a los profesores y profesoras, estos correspondían con entrega total para que aquellos se sintieran satisfechos. Muchos buenos y muy buenos educandos pasaron por sus aulas, entre otros: Eloy Ocegueda y su esposa Esperanza Robles, Enrique Félix y Luisa su Esposa, Pablo Santillán, Amado Castillón, Everardo García, los hermanos Francisco y Sabel Carrillo, Alicia Luján, Epifanía Inda, y con mis compadres Rodrigo y Susana se rompe el encanto, posteriormente ya no fueron tan selectivos.

Amapa fue una de las comunidades beneficiadas por la actividad bienhechora que desplegó en el Municipio de Santiago Ixcuintla, el Ensayo Piloto de Educación Básica de la SEP (1948-1958), este proyecto histórico de la Educación Rural en México, se llevó a cabo con sostenimiento mixto y dentro del marco de los ideales universales de paz, democracia y justicia social que propugna la UNESCO. Hasta la fecha es del dominio popular, los beneficios que recibió la comunidad en lo social, lo educativo, lo político y lo productivo y sobre todo, la relación personal que tuvieron con personajes míticos de la educación como: Mario Aguilera Dorantes, Severiano Ocegueda Peña, Ernesto Flores Cobos y otros. Amapa y el Valle de Santiago Ixcuintla, quedaron marcados para siempre en su vida, su historia y sus costumbres por el Ensayo Piloto de Educación Básica,

Plática de “Don” Mario Aguilera Dorantes con los campesinos de una comunidad del Valle de Santiago Ixcuintla:

"Nuestro plan es tan sencillo como una agenda de familia. Examinamos lo sucedido en los últimos años; cuáles fueron los ingresos, cuáles los gastos; qué nos propusimos hacer, qué es lo que no logramos, y hasta qué punto hemos mejorado. Examinamos nuestra situación actual y lo que puede ocurrir en los años próximos. Dónde nos hallamos y dónde quisiéramos estar dentro de tres, cinco o más años. Un padre de familia pensará en enviar a su hijo a la secundaria al terminar su primaria; otro se propondrá construir con ladrillo su casa; reflexiona sobre lo que debe hacer durante dos o tres años para que eso sea posible; ya tiene una perspectiva: después, con esta idea aproximada, determina lo que debe hacer el presente año, el mes entrante, mañana mismo; toma decisiones día por día. Lo mismo hacemos al formular un plan. Examinamos el pasado, el presente, el futuro más o menos próximo. Nos trazamos Ios medios en vista de las metas a donde queremos llegar en un plazo convenido. Cuál será su duración... la sabiduría china reconocía, como los modernos planificadores, que cada cosa tiene su plazo, que no es una opción entre cosas contrapuestas: todas ellas forman un conjunto armónico. Tres siglos antes de la era cristiana Kuang Tzu escribió: "Si haces proyectos para un año, siembra trigo. Si haces proyectos para un decenio, planta árboles. Si haces proyectos para toda una vida, enseña y educa a los hombres." Esto que hacemos en la vida cotidiana, es lo que hacemos en forma semejante al preparar un plan o un programa."

Para hacerse sentir por los campesinos y por los hombres y las mujeres, así era “Don Mario”, a la altura de sus interlocutores, con la modestia de un directivo de escuela rural, con la humildad de un profesor pueblerino, con la praxis del que predica con el ejemplo, con la confianza que inspira hablar con la verdad y con el realismo del que “sabe que sabe”.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustó la remembranza que hizo el profesor Enrique Figueroa,pero creo que aún hay mucho que decir del señor francisco Escobedo.Gracias de antemano por tan agradable remembranza,valga la redundancia.