jueves, 27 de diciembre de 2007

El Botadero


Aguilas.



1959-1960. Con un año de experiencia, todo era más fácil, Ciro Hernández Capetillo, me contrató como profesor comunal para hacerme cargo de un grupo de chicos de ambos sexos que se habían rezagado. Un grupo único de excelentes alumnos y alumnas, entre ellos, Francisco "El Coco" Villafuentes, a la postre, compañero profesor y amigo. Ambiente inmejorable con los compañeros y con los jóvenes de la comunidad, aprovechando la oportunidad de jugar con el mejor equipo de beisbol que ha habido en la costa nayarita: Las Aguilas de Botadero.




Ciro Hernández Capetillo.



Vecinos en Santiago Ixcuintla, estuvimos en la misma escuela secundaria. Su fortaleza física y su aspecto hosco y malhumorado lo heredó de su padre, Don Elpi, un hombretón que infundía respeto y que hacía en la escuela funciones múltiples y al que todos le temíamos, pues era el encargado de disciplinarnos cuando el control de nuestras travesuras lo requería. La reciedumbre, de Don Elpi era aparente, porque nunca se supo que abusara de ella y su hijo también tuvo esa y todas las virtudes de su progenitor.


Terminando el ciclo secundario se fue a la Escuela Normal de Xalisco y luego de tres años de estudio se graduó de Profesor Normalista. Las autoridades educativas lo adscribieron como profesor de grupo y director comisionado de la escuela primaria de El Botadero, en ese lugar como en todos donde estuvo su labor fue bastante meritoria y se le conocía lo suficiente y hubiera gozado de más imagen si no fuera muy introvertido.


Al Profesor Ciro, la Escuela Normal Superior de Nayarit, le brindó la oportunidad de ser de los primeros egresados de la Especialidad de Física y Química, ahí tuvo la oportunidad, de tener como profesor en materias de la especialidad a un ameritado Ingeniero Químico que la ENSN contrató para fortalecer su curso único, el de verano. El Ingeniero Chagoyán, una de las leyendas académicas de la benemérita normal, egresó la generación de Ciro y todos sus miembros, se vanagloriaban de la capacidad que su maestro les había heredado.


Como docente, Ciro, fue eminentemente un profesor de escuelas primarias por tener la categoría y plaza de Director, luego, la escuela preparatoria de la Universidad Autónoma de Nayarit lo aprovechó hasta su jubilación. Tuve la oportunidad, de conocer su didáctica en la Física y la Química en las primeras escuelas secundarias por cooperación del valle, donde coincidimos como docentes. En un rincón del aula, sobre un destartalado escritorio, con botellas cerveceras, medias botellas vinateras recortadas, batidores de alambrón, cucharas y platos de peltre, así como, las sustancias que los alumnos aportaban por cooperación, fui testigo, del milagro de la experimentación dirigido por Ciro. Por años lo vimos hacer sus prácticas medievales y que sus alumnos aprendieran la Física y la Química, en reconocimiento, sus alumnos lo homenajearon - como ellos lo hacen cuando saben reconocer los méritos de alguien -, bautizándolo cariñosamente y en el buen sentido, como Ciro Peraloca.

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