¡Dios Mío! Retorna tu universo y dame el ayer. Henry A. Jones
En septiembre de 1964, de la zona escolar serrana cambié a la histórica 10ª zona escolar con cabecera en Santiago Ixcuintla. El inspector escolar Ernesto Flores Cobos me asignó a la Escuela Primaria Federal “Lic Manuel Gual Vidal” de la comunidad de Villa Juárez. En esta escuela tendría que realizar la comisión de Director y la función de profesor de grupo, éste sería el que escogiera por “derecho no escrito del director”, por lo tanto, con la idea del Profesor Cíclico, me adjudiqué el 5º grado con la intención de tenerlo también como 6º. Lo anterior fue el principio de una dichosa estadía de 2 lustros, tiempo en el que me ocupé en cuerpo y alma a la labor administrativa y docente determinada por mi nombramiento.
Villa Juárez no era una comunidad de privilegio para el magisterio, pero era menos castigo que ir a trabajar al Toro Mocho, Campo de los Limones o Mexcaltitán. La que se llamó originalmente El Pozole o la Trozada, tenía algunas ventajas que la hacían simplemente aceptable, tales como: buena comunicación, era un poblado de los grandes del municipio, su escuela era de organización completa, para experimentar había una escuela secundaria por cooperación, había centro de salud, no se tenía que cargar silla para asistir al “cine de cuatrojos”, se podía jugar billar en el casino de La Bruja Roja, se comía bien con el siempre recordado Pepe Madrigal, los jóvenes eran deportistas, había recursos económicos, su agricultura era floreciente, los vecinos colaboraban y los alumnos tenían fama de ser de los más inteligentes en la zona escolar.
Durante mis 46 años de servicio y los 30 como profesor de banquillo, manejé muchos grupos de primaria, secundaria, bachillerato y de especialidad en asignaturas, nunca tuve dos grupos iguales, sus características fueron disímiles. En Villa Juárez atendí: grupos de primaria, impartiendo todas las materias de estudio, pero dando preferencia al español, las matemáticas y la historia; y en secundaria impartí las matemáticas. El grupo de 5º que atendí, fue estoico, jamás de los jamases, hubo quejas por las condiciones del aula, la falta de cristales o el mobiliario incompleto, nada impidió que se alterara el buen ritmo de trabajo, que se cumpliera con responsabilidad, que se actuara en libertad y que los impedimentos influyeran en el éxito del trabajo escolar.
Al final de cada año escolar, los profesores acostumbramos a calificar a los grupos escolares con los que trabajamos, de acuerdo a como nos haya ido con ellos. Hay grupos, casi siempre la clasificación es tan simple como esto: muy buenos, buenos, regulares y para no “voltear a verlos” como decía mi padrino Faustino Castañeda. Mi primer quinto grado en Villa Juárez, fue cómodo, inquieto, trabajador, integrado, organizado y en suma “para recordarlo siempre”, pero deseo remarcar una característica tan especial entre sus integrantes, a pesar de la amistad que se practicaba, entre ellos había una inmensa competitividad determinada por el origen familiar, la cual se presentaba en el estudio, en el deporte, en la cultura o en lo social, es decir, un Casillas no podía ser menos que un Virgen, un López, un Prado, un Patrón, un Guzmán, un García o un Madrigal, situación positiva que convertía al trabajo escolar en una permanente competencia.
No todo era fácil dentro de ese sano antagonismo. Seleccionar individualmente a alguien considerando al mejor alumno, para hacerlo se debería cuidar la opinión paterna o materna que se originaría en la comunidad, así, el problema que se me presentó para seleccionar el mejor alumno de 6o. grado que competiría por la Zona Escolar y que de ganar iría a la Ciudad de México D. F. a saludar al Presidente de la República. De veinticinco alumnos, seleccioné a los 15 mejores y les apliqué un examen de selección el cual fue resuelto al cien por ciento por 12 de ellos, de ahí para adelante, la decisión sería por el “clásico dedazo” ante la mirada amenazante de mis alumnos: “cuidado con equivocarte Figueroa”. No me equivoqué, escogí a Alfonso Galván, quien a la postre ganó el concurso de Zona Escolar con el 100 % de aciertos, pero, cualquiera de los otros once “hubiera hecho lo mismo”.
De 1964 al 2010, 46 años, es indudable que la memoria falla y en este “reandar lo andado” de hacer una lista de los alumnos de mi Primer Quinto Grado en Villa Juárez, lo más probable en suceder es que la relación fallaría por olvido de sus apelativos, no obstante daré a conocer estos en el orden como los fui recordando:
Zoila y Héctor Casillas, Flor de la Luz y Everardo Patrón, Concepción González, Rosa Madrid, Eva Guzmán, Humberto Huerta, Víctor Manuel Madrigal, Dagoberto González, Jorge López García, El Chato Bernardo, Vilialdo Patrón, Alfonso Galván, Raymundo Patrón, Ismael Casillas, …, otros y entre ellos “El Torruco” .
1 comentario:
Es grato saber que todavía nos recuerda por nombre y apellido. En lo personal lo llevo en mi corazón, al mejor maestro de matemáticas que tuve.
Publicar un comentario