jueves, 1 de mayo de 2008

VILLA JUAREZ, NAYARIT 1

Villa Juárez, Nayarit.

Rodrigo Medina Salas.



En el magisterio hay amigos, compañeros y detractores, un maestro no es monedita de oro, pero aprende a convivir hasta con los enemigos gratuitos, en el trayecto de la carrera, se mantienen o se despegan muchos de los compañeros con los que se convivió, pero lo más importante es que se conservan los que uno escoge para preservarlos en el arcón de los buenos recuerdos, pero entre éstos, siempre destacan algunos con quienes las ligas de amistad son tan firmes, que terminan en convertirse en lazos indisolubles de familiaridad. En lo personal, destaco la relación de Rodrigo Medina Salas y de Susana Alva Rodríguez con quienes establecí “una insuperable amistad” que sellé con el compadrazgo y lo hicimos, hasta que mi compadre y yo estuvimos convencidos de respetarnos, aunque nos la refrescáramos de mentiritas.



A mi comadre Susana la conozco desde que fuimos condiscípulos en la Escuela Secundaria No. 1 de Santiago Ixcuintla y se casó con mi compadre sin mucha dificultad, conservando el matrimonio porque ella nunca perdió “el control” de mi compadre y éste, se sacó con ella la lotería. A mi compadre Rodrigo lo empecé a tratar cuando coincidimos como profesores de nuevo ingreso en la Zona Escolar de El Nayar, yo en San Juan Peyotán y él, en Huaynamota, el “fondillo del diablo” hasta antes de que construyeran la Presa de Aguamilpa. Tuvieron cuatro hijos, el cuarto lo fue mi super ahijado Rafael “El Chato”, con un ochenta por ciento de Alva y el resto de Medina y con algunas virtudes características como, alto, moreno, comunicativo, confiable, estudioso, natural y responsable, mi ahijado heredó la inteligencia y el gusto por las matemáticas de mi comadre y la sabiduría y lo estudioso de mi compadre, actualmente realiza investigación sobre la matemática educativa, que por lo pronto, no quiere compartir ni con su padrino querido al que respeta en el campo de las matemáticas.



Mi compadre es por nacimiento “gardenión”, en Acaponeta hizo su Educación Básica y en la histórica Escuela Normal de Jalisco egresó como Profesor de Escuela Primaria, posteriormente, obtuvo título de Profesor de Segunda Enseñanza en la Especialidad de Biología. Como no era hijo del privilegio y además, era un profesor normalista con la ética suficiente, se inició, entre los indígenas de El Nayar, de los cuales intentó aprender su dialecto, pero cuando los coritas le empezaron a jugar bromas con su traducción se dejó de ello, luego, trabajó en el municipio de Santiago Ixcuintla, en las Escuelas Primarias Federales de Villa Juárez y Amapa y en la Escuela Secundaria por Cooperación “Elias Reyes”, se jubiló siendo el mejor Profesor de Biología en el Centro de Actualización del Magisterio y también, en la Escuela Preparatoria No. 1 de la UAN. Como biólogo pocos como él, su dominio de la materia es amplio y de gran profundidad el conocimiento y la metodología. Su didáctica en educación básica era la utilizada en esos tiempos de sus primicias, “la letra con sangre entra” y como no había otro profesor al que quisieran y le confiaran tanto los padres de familia, cuando los chavos lo sacaban de quicio la utilizaba, hasta que un día, “La Terror” de la escuela, se le parapetó y le dijo iracunda: “no Rodriguito a mí no”, pero fue tanta su vehemencia, que por temor a Gricelda, hasta ese día la vara didáctica dejó de ser solución pedagógica.



Los años de la relación con mi compadre, los más profundos y significativos fueron los vividos en Villa Juárez, en ese lugar “bendecido por Dios” como mi compadre o yo lo vemos o como Faustino lo prefiere “dejado de la mano de Dios, conjugamos ideales políticos y educativos, compartimos las mismas amistades y los reconocimientos de éstas, zanjamos las diferencias al “águila o sello” y el resultado se respetaba, coincidíamos en las tareas educativas, nos defendíamos como uno solo en la defensa de nuestros intereses educativos y personales, manteníamos las mismas amistades comunales y los afectos con los mismos alumnos, juntos nos esforzábamos porque nuestras escuelas y sus pupilos fueran los mejores, nunca vimos con celo los éxitos del otro, en suma para mí, “mi compadre es el amigo poco común que cada uno de nosotros tiene”.



Desde que nos conocimos a la fecha la relación con mi compadre se ha mantenido sin altibajos, no obstante que quienes nos conocen y tratan, se empeñaban en ensombrecerla, como el venenoso de Roberto, pero también hubo quién trato de resaltarla como Fortunato Córdoba, pero ahí va avante... compadre. Actualmente, nos vemos esporádicamente, pero cuando lo encuentro e intercambiamos las formalidades de la amistad, mis sentimientos para El Compadre Rodrigo, son los que daría al hermano mayor que deseo estuviera conmigo en este “valle de plenitud y gozo”, el que será reandado cuando tengamos la oportunidad de reencontrarnos.

1 comentario:

Chaconete dijo...

"La Terror" sigue igualita, pero en el fondo, muy en el fondo, es una linda persona.