lunes, 24 de septiembre de 2007

Los Corchos: el inicio.


Mariscos y Jejenes.
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Quién posteriormente fuera de mis maestros más reconocidos - el Inspector Escolar Ernesto Flores Cobos- me propuso cubrir a una maestra con incapacidad médica en Los Corchos Nay., comunidad pesquera donde adquirí: el gusto por los mariscos acompañados moderadamente por "cebada fermentada" y el pavor a los ardores que ocasionaban los piquetes de jején.


Mi inicio fue de improvisado e interino director y profesor de tiempo completo (24 horas) de lunes a domingo, horario al que no era oficialmente obligado, pero que tenía que apegarme a él, porque un docente obedecía sin cuestionar: "la histórica Escuela Rural Mexicana así se lo había dejado establecido". En esta comunidad aprendí a convivir: por la mañana y la "tarde temprano" con mis discípulos, por la "tarde ya tarde" y las primeras horas de la noche con los jóvenes, en las horas intermedias de la noche había que atender los compromisos sociales y el domingo, aceptar las invitaciones de los adultos a "estar con los hombres" como se ufanaban y había que atenderlos porque si no, para ellos, "ése no era buen maestro".


A los dieciocho años, así fue el principio de mi carrera. Para jubilación, un apostolado de 45 años y 6 meses, hasta que pude cumplirlo sin desmerecer ante nadie y sin ocasionar desdoros inmerecidos y así será "hasta no verte ... dios mío".

Para hacer lo que yo debo
solo a lo que debo miro;
ni a otros efectos aspiro,
ni de otras causas me muevo.
-Juan Ruiz de Alarcón-




Profr. Ernesto Flores Cobos. Inspector Escolar. Nayarit.


Superviviente de la Escuela Socialista de Lázaro Cárdenas, fue adscrito como Inspector Escolar a Santiago Ixcuintla, cabecera de la décima zona escolar y cuando la educación en todos sus niveles dependía del proyecto Ensayo Piloto de la UNESCO. De cerca de dos metros de estatura y largos brazos, la piel morena y el rostro inexpresivo y picadito de viruela, de trato exigente y huraño y de expresión sincera y contestataria con fundamento marxista. El “Profe Cobos”, infundía temor a los que pretendían engañarlo y seguridad a quienes respondían a su confianza con compromiso y honestidad, en él no había “medias tintas”, el profesor “debe tener vocación verdadera, capaz de abandonar a la familia, los amigos y las comodidades para lanzarse por el camino ignoto y fascinador del cambio social”. Muchos jóvenes profesores, nos consolidamos pedagógica e ideológicamente por su influencia y cuando él se retiró se le extrañó y todavía, se le recuerda con gran estima. En convivencias que tuve con el Profe. Cobos, con gran pasión socialista y mucho sentimiento, nos cantaba o recitaba versos de Carlos Gutiérrez Cruz:

Sol redondo y colorado,
como una rueda de cobre,
de diario me estás mirando,
de diario me miras pobre.